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Londres es una ciudad preciosa, que extiende su territorio acompañando el cauce del Támesis que la conecta con el mar.
En el siglo I d. de C. sufre la invasión de los romanos que la utilizan como puerto. Pero no será hasta la ocupación de los anglosajones, en el siglo VIII d. de C., que la ciudad renacerá económicamente y pasará a ser sede de la realeza.
A partir del siglo XI, la población aumenta, el comercio se desarrolla, crece enormemente el número de edificios, casas, abadías y palacios.
La historia de la ciudad es compleja y densa, pero pueden resaltarse dos hechos que la conmocionaron profundamente: el primero, el incendio de 1666 y la epidemia de peste consecuente, en el que perecieron más de cien mil personas, y que destruyó una gran parte de la misma (un ochenta por ciento) a causa de los cuatro días que duraron las llamas.
El otro, los bombardeos sufridos en las dos guerras mundiales, con más de treinta mil muertos en la segunda guerra y barrios enteros destruidos.
En la actualidad, Londres es una de las ciudades más dinámicas y llenas de atractivos que pueden conocerse.
Es muy grande y está muy poblada (unos quince millones de personas en el área metropolitana). Junto a Nueva York, México y Tokio, Londres es una de las ciudades más grandes y pobladas del mundo.
Tiene mucha vida, un gran dinamismo cultural, un enorme empuje financiero, un gran acervo histórico y artístico, y muchos y modernos exponentes arquitectónicos que la definen como uno de los destinos turísticos más deseados.
Los tópicos del mal tiempo, la lluvia, la niebla y la mala comida, no detienen uno de los flujos turísticos más importantes de Europa. Decimos tópicos, porque también pueden disfrutarse temporadas de buen tiempo, porque se puede comer muy bien en esta ciudad y porque quizás no te pares a comentar nada de esto ante las innumerables maravillas que Londres te ofrece.