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Nueva York de noche, una ciudad encendida con miles de luces que no permiten rincones oscuros, no al menos donde se centra la diversión y el negocio.
Un espectáculo visible desde que empiezan a brillar las primeras luces de los edificios hasta que toda la ciudad se convierte en una magnífica luminaria que parece no querer permitir la soledad o la tristeza, aunque ambas estén tan presentes como la fiesta y el glamour.
Una ciudad abierta a todos los gustos y todas las preferencias, donde el teatro, la copa, el jazz, el baile o el glamour de los lujosos restaurantes, se combina con el paseo callejero, los puestos de perritos calientes, las películas de super heroes o los raperos que actúan en las plazas.
Imágenes de película que están ahí, en la ciudad, para recordarnos cómo la industria cinematográfica USA ha sabido vender, y vender bien, sus ciudades, sus casas, sus calles, su música, que han quedado grabadas en la mente de miles de ciudadanos que alguna vez han soñado con visitarlas y con vivir alguna historia en su seno.